Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse... Temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.           ¡Denunciar es nuestro deber cristiano!
Caso ejemplar que reune varias técnicas de persuasión

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Caso atentado contra dignidad humana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Caso de Persuasión, instrumentos y medios de persuasión

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Iniciacion secta 'Mision' Virgen del Pozo
<<Caso ejemplar que reune varias Técnicas de Persuasión Coercitiva>>


El acoso mental en la Misión es bien fuerte. Es como se encontrase en un campo de concentración de un ejército nazi. Para entenderlo hay que comprender cómo es posible que una víctima de abuso familiar se quede callada y no diga nada a nadie por años. Lo que pasa es que cada vez que trata de hablar es fuertemente reprimida y amenazada. En la Misión el sentido de autoestima queda totalmente destruído. Las personas que entran usualmente llegan motivadas por un deseo de acercarse más a Dios y experimentar la fantasía divina al cual el vidente les invita, que él elabora basada en la historia vida de los santos.  Para todos él es un ser escogido por Dios, un santo que tiene el privilegio de hablar con la Virgen, así como lo hicieron los niños de Medugorie y Fátima. Las personas que entran al grupo son bien espirituales o se encuentran en un momento en sus vidas en que necesitan de un encuentro más cercano con Dios.

Antes de entrar lo que se dice es que la ceremonia de entrada es una hermosa promesa que se le hace a la Virgen. Cualquier cristiano católico Mariano está dispuesto a hacerle promesas a la Virgen, por lo tanto es algo que no se cuestiona.   Día de La Promesa

La ceremonia de iniciación es bien temprano en la mañana y se va en ayuno, comienza con unas oraciones, el rosario y un pequeño y profundo retiro que lo da el vidente. El rosario se reza básicamente en la misma forma en que se reza el rosario católico, con la única diferencia en que se incluye la oración de la Llama y una letanía a la Virgen del Pozo al final de cada misterio. Desconozco quien preparó la oración de la Llama. La oración de la Llama no es incluida cuando se reza con los devotos, es una oración privada de la Misión, con las únicas personas que se puede compartir es con los candidatos a hijos espirituales en las reuniones privadas que cada promulgador tiene que tener en su hogar.

LLAMA DE UNA NUEVA GENERACION

Llama de una nueva generación,
Hija del Padre, de quien recibiste la Gloria
al nacer Inmaculada, libre de todo pecado
y del pecado original; Madre del Hijo,
junto al cual alimentaste la llama del amor
que es semilla de las virtudes necesarias
en una nueva generación; Esposa del Espíritu Santo,
de quien recibiste la gracia y la sabiduría de la creación.
Madre y Reina, Nuestra Señora del Rosario
del Pozo de Sabana Grande,
crea en nosotros hijos de una nueva generación,
al servicio del Redentor. Edúcanos y formanos
como semilla digna, como pedido de Nuestro Señor.
En cambio me consagro a Ti en este día
y pongo a Tu servicio todo mi cuerpo,
mi energía, mi alma y todo cuanto poseo
para luchar con todo mi ser
en la formación de hijos tuyos.
Que las gracias intercedoras de tu promesa
nos guarden para la vida eterna.
Amén.
 

Letanía después de cada misterio del Rosario:

“De la mano de María el camino hemos de recorrer que por las enseñanzas de Cristo al Padre hemos de ver, Virgen del Pozo, Ruega por nosotros.” Ave María Purísima, sin pecado concebida."

Juan Angel Collado Pinto tiene un don para hablar tremendo. El habla del amor a Dios y produce en todos los que le escuchan un sentimiento de culpa e inmenso deseo de quererle devolver a Dios el amor que él se merece. Ese día el vidente le advierte a los candidatos que la Misión es tan sólo para personas muy especiales y valientes, escogidas por la Santísima Virgen María y que estar allí es un privilegio. Les advierte que sería bien difícil permanecer en la Misión y que tan sólo aquellos que estén dispuestos a dejar su piel, dar sus vidas por amor a la Virgen y Dios, deben entrar a ella. Luego les dice que en esos momentos se les está dando la oportunidad de levantarse e irse, antes de comprometerse con la promesa porque no hay vuelta atrás, pues la promesa es para toda la eternidad y que todos los que no la cumplan tendrán que darles luego cuenta de ello a Dios. Que mientras más conozcan más se comprometen y más culpable se hacen; porque se hacen responsables, porque antes no sabían y ahora saben. Así que no hay excusa para no cumplir.

Juan explica que durante los días de las apariciones, cuando era niño, un día detrás de la escuelita la Virgen hizo una especie de ceremonia sobre él. Esa ceremonia sería la ceremonia de reclutamiento de todos los integrantes de la Misión. Consistía en una mesa donde estaba colocado un vasito lleno de tierra con un palito de madera en el centro con el mensaje impreso en el palito "Te Amo, Amame" y un vaso de agua. Ese palito se lo pasó la Virgen sobre siete puntos de su cuerpo y luego le hizo una petición bien larga. El nunca explicó si la Virgen le pidió que hiciera también lo del juramento que se hace sobre la Biblia. Juan reclutó así a los primeros miembros y creo que a esto le añadía lo de quemarles las muñecas, dando la impresión de estigmatizados. Algo que ya no se hacía cuando yo entré y mientras estuve en la Misión. En un momento dado dado, antes de que yo entrara, él decidió que las Columnas realizaran parte de la ceremonia. En todas las ceremonias en que estuve presente las Columnas realizaban lo de los maderos y la tierrita. Nos ponían de frente a todos los promulgadores con la mesa preparada con los palitos y los vasitos de tierra de cristal (los mismos que se usan para las velas pequeñas en las Iglesias) y agua. Cada una de las Columnas tomaba el palito de madera, los mismos que tienen las paletas de helados, quemando uno de sus extremos antes de marcarnos con la parte quemada una cruz en los 7 puntos de nuestro cuerpo. Cada Columna de Representación tenía asignado un punto del cuerpo. Cada Columna tenía asignada un punto del cuerpo y al terminar de hacer la señal de la cruz con el palito quemado mencionaba unas cuantas cosas diciendo que eso era hecho por parte de su Representación. Los puntos eran la frente, la boca, los antebrazos, las manos y creo que los piés. Luego el vidente lee en un panfleto la petición que la Virgen le hizo cuando era niño, detrás de la escuelita. Es tan y tan largo que es imposible para alguien se acordarse de todas las peticiones de la Virgen. La petición que más recuerdo es una que él siguió recalcando repetidas veces en sus charlas a los promulgadores, la que hace referencia a que jamás deberán decirle a nadie, cualquier secreto que voluntaria o accidentalmente les haya sido revelado.

Obviamente la situación es intimidatoria. ¿Quién va a pasar la vergüenza de levantarse a irse delante de los demás? En adición a que todos los que llegan al grupo lo hacen porque les gustaría compartir el hermoso privilegio del cual tanto les hablan.

Después de que cada postulante es marcado con el madero quemado, uno de los líderes presenta la Santa Biblia y pide a cada postulante a que con su mano sobre la Biblia diga “yo”, su nombre y luego “lo juro”, uno detrás de otro, en cadena.  Todo pasa en forma tal que la persona sencillamente hace el juramento y luego se cuestiona que fue lo que juró. Obviamente mentalmente la persona brinca a la conclusión de que no importa el motivo o lo difícil que sea pertenecer a ese grupo, no debe haber excusa o razón para salirse del mismo. Prácticamente todos terminan pensando que juraron ser promulgadores y miembros de la Misión para siempre.

Cuando hice el juramento pensé que no debía preocuparme porque la Misión me llevaría a cumplir con la voluntad de Dios. Lo único que yo sabía era que por nada del mundo, durante toda mi vida, jamás debía salirme de la Misión, por el juramento que había hecho sobre la Biblia y tenía claro que si rompía ese juramento me condenaría inevitablemente en un pecado terriblemente mortal. Así lo veía, porque jamás lo hubiese hecho, sino hubiese sido porque Juan por mandato de la Virgen María, había hecho que yo como todos los demás postulantes juráramos sobre la Biblia.

Si hubiese sabido eso antes de entrar, jamás hubiese entrado en la Misión, pues hubiese tenido tiempo para analizar lo que conlleva tal iniciación, recordando que el mismo Cristo dice a través de los Evangelios: San Mateo 5,34-39: "Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno."

Luego nosotros, los nuevos promulgadores, con un vasito en cada mano, el de la tierra con el madero quemado enterrado en el centro y el vaso de agua en la otra mano, pasamos a sentarnos con los demás promulgadores, en la primera fila de asientos, que nos habían dejado reservada. En ese momento se nos informó que con los palitos nos estaban realizando un exorcismo. Se nos dijo que el vaso de plástico desechable con agua tenía agua del Pozo de Sabana Grande. Juan explicó que el vasito con tierra lo teníamos que conservar hasta el día de nuestra muerte. Que debíamos ser enterrados con él, porque íbamos a necesitarlo para el día de nuestra Resurrección. Que el palito tenía que echar ramitas y las ramitas eran nuestros hijos espirituales. Esta sería nuestra Misión, que habíamos sido escogidos y que al presentamos a Dios, teníamos que presentamos con nuestros hijos espirituales.

Después a continuación Juan continuaba con una charla tipo retiro. El siempre decía lo mismo. Pero comenzaba con una grabación muy bonita y muy bien hecha, dramatizada, sobre "¿Dónde esta Dios?". El mensaje central de la grabación es que Dios no se encuentra a través de las emociones ni a través del sentimentalismo, sino a través de la entrega, la oración y el sacrificio. Así se desarrollará la vida en la Misión, las ofensas y humillaciones que Juan les haga a los promulgadores serán con el único propósito de ayudarles, dándoles la oportunidad de crecer en las virtudes y en los planos espirituales que explicaré más adelante. A través de la vida en la Misión los promulgadores tendrán la oportunidad de entregarse al servicio de Dios. Entregarse significa trabajar arduamente por las cosas de Dios, en el caso de la Misión significa no descansar y ayudar con los talentos que Dios nos dio a que la Misión salga exitosa con sus planes. Juan hablará continuamente acerca de la entrega en todas sus charlas a los promulgadores. Según él, un santo no descansa al servicio de Dios. A través de la entrega el promulgador tiene la oportunidad de practicar la virtud de la diligencia, importantísima virtud para alcanzar la santidad. Diligencia significa realizar la mayor cantidad de obras en el menor tiempo posible, contrario a la ociosidad que es una de las diademas del demonio. Pero la entrega conlleva sacrificio y para lograr sobreponerse al sufrimiento que causa el sacrificio es necesario mantenerse en oración.

(O sea con el exceso de trabajo impuesto se logra la fatiga, efectiva técnica de persuasión utilizada con frecuencia en las sectas destructivas. Ver Técnicas de Persuasión. En esta secta se enmascara o justifica detrás de la excusa de la necesaria diligencia para lograr un alto nivel de santidad.)

La última narración que él realiza durante el “día de la promesa” es una narración sobre la visión que él tuvo cuando era niño, sobre el gran castigo que azotará a la humanidad. El les habla del gran privilegio de los secretos confiados y les recuerda a todos los promulgadores que entre lo que se le juró a Dios, estaba incluido el que jamás divulgarían a nadie ni un detalle de esos secretos. Inclusive, decía, que aún ningún ex-promulgador había divulgado la visión apocalíptica que les narraré a continuación. El siempre ha dicho que todos los promulgadores les tendrán que dar cuenta a Dios por la promesa, la cual incluye nuestro compromiso en alcanzar la Plenitud. El que llega a la Plenitud, goza del mundo de Dios constantemente, llegará a participar de un mundo completamente espiritual y no sufrirá la corrupción de la muerte. De ahí en adelante todo promulgador mostrará gran inquietud por alcanzar la Plenitud. En todas las charlas en la Misión, se repetirá constantemente, el que la Santísima Virgen María, a través de su promesa nos dará las gracias necesarias para alcanzar la Plenitud. “Yo daré las gracias necesarias para la salvación, a todo aquel que en momentos de confusión promulgue mi nombre como Madre del Verdadero Camino hacia el Padre… Plenitud y mi promesa, Restitución del camino.” Todos creen que Juan posiblemente alcanzó la Plenitud, él lo insinúa, pero no lo asegura. De ahí viene todo lo relacionado con los planos espirituales.

Entrada a la Misión Al entrar en el grupo de la Misión entre en un rigor disciplinario donde todo estaba reglamentado. Como nuevo miembro uno comienza a verse sometido a una serle de demandas que irán gradualmente incrementando. La intimidación es bien constante dentro de la Misión. Cada vez que se falle, la persona comenzará a recibir sanciones, pero no sin antes haber observado tales sanciones en otros y haberlas justificado, puesto que en su mayoría esas sanciones vienen del vidente. Todos piensan que el vidente está tratando de ayudarles a participar de los privilegios del Cielo. Tenía que reunirme todos los lunes, sin excepción ni excusa y no podía por nada del mundo llegar tarde. El que llegara tarde recibía un castigo. El miembro de la Misión que faltase tenía que ofrecer una excusa razonable, que seria notificado públicamente por la Columna a cargo, a Juan. Si Juan no aprobaba la excusa, la Columna tenía que llamar la persona hasta conseguirla y hacer que viniese, si la persona rehusaba quedaba suspendida. Todo esto se hacía públicamente y la persona quedaba avergonzada, como alguien que no estaba tomando la Misión con seriedad y estuviesen medio engañando. La vergüenza era un castigo merecido, pues no se podía engañar jamás a quien todo lo sabía, Juan.

A veces, Juan Angel expulsaba públicamente a un miembro, bajo la excusa humillante de que una manzana podrida había que echarla para que no dañara a las demás. Si la persona había cometido alguna falta (desobedecer, no entregar trabajos, faltar por no tener quien cuidase de sus niños u otras excusas que no fuesen razonables para Juan) el promulgador era castigado con la humillación de ser "puesto a caminar". Este concepto era degradante y humillante era una vergüenza para quien lo recibía. Los promulgadores se referían a ellos como si fueran torpes, inmaduros espiritualmente, poseedores de un yo bien grande y aunque tenían que continuar llevando a cabo todas las responsabilidades que llevaban a cabo anteriormente, no podían participar del privilegio de las reuniones de Misión, en las cuales Juan impartía sus enseñanzas acerca de los misterios del mundo de Dios. Por tales humillaciones, habían personas que no volvían, estas personas eran consideradas no dignas del gran privilegio de pertenecer a la Misión.

Estar dentro del grupo y jamás haber sido "puesto a caminar" era un orgullo; además Juan hace sentir a todo el grupo de promulgadores fuertes y superiores espiritualmente a las personas que no están en la Misión, porque hacen mucha más oración y sacrificio que cualquier otro cristiano; porque dedican sus vidas al propósito de Dios, que Juan les hace entender que es el propósito de la Misión, el "Propósito Séptimo" del cual tanto habla. Igualmente nadie puede rehusarse a cumplimentar cualquier encomienda por parte de las columnas, como vender artículos, tickets para una rifa, realizar alguna actividad, viajar o cualquier cosa que se pida en la Misión. El no cumplir con las encomiendas significaría un acto de desobediencia, por falta de crecimiento espiritual. Igualmente el más rápido que traiga hijos a la Misión y en mayor cantidad, es más santo (entrega y diligencia). Mientras más hijos espirituales mas virtudes, carisma y santidad tiene la persona. Juan Angel sustentaba esta aseveración bajo las premisas de que a nadie le gusta imitar o seguir a quien no admira y no vive una vida ejemplar de mayor santidad. Que los grandes santos tenían cientos de seguidores porque eran como el imán positivo que atraían, contrario al negativo que repele.

Juan impone una gran presión en conseguir hijos espirituales para la Misión, especialmente en todos los que él no identifica como sus líderes escogidos. Si algún dueño de una empresa, actor, cantante, persona de poder, fama o alto nivel económico entra en la Misión, en muy poco tiempo se le verá trabajando en tareas muy especiales mayormente administrativas y rápidamente el mismo Juan le quitará hijos a otros si es necesario y para dárselos a este. De esta manera ésta persona podrá concentrarse en trabajos de mayor tecnicismo e importancia dentro de la Misión. Recibirá reconocimientos de parte de Juan y termina trabajando y compartiendo con Juan frecuentemente. Juan tratará a estas personas siempre con mayor respeto y admiración que al resto del grupo. Casi siempre excusará su trato por la razón de que estas personas son modelo de diligencia, virtud y santidad; por lo tanto, usualmente terminan convirtiéndose en los grandes líderes de la Misión.

Todos los que entran en la Misión entran porque están motivados por agradar a Dios. Juan a través de sus charlas elabora las premisas y sus justificaciones. La oración por otro lado forja esperanza, provoca motivación y fomenta la Fe. Si esto es así lo único que Juan necesita es convertir sus planes en los planes de Dios y elaborar su justificación. Pero para lograr todo eso es necesario un completo convencimiento de la autenticidad de las premisas. El convencimiento acerca de la autenticidad de una premisa puede llevarnos al sacrificio. La naturaleza de la creación nos lleva a evitar todo dolor y sufrimiento. Para mantener el balance mental y con el propósito de sobreponernos al sufrimiento que conlleva el sacrificio es necesario aumentar el valor dado a la premisa inicial que nos llevó a actuar. Por lo tanto, para Juan es importantísimo que todos crean en la aparición sin la menor duda y por esto la oración y el sacrificio son de inmensa importancia dentro de la Misión.

La influencia de la opinión de Juan, su autoridad y las reglas de la Misión construyen la capacidad de poder que él termina ejerciendo sobre todos los promulgadores. Todo promulgador detestará tener que someterse a consecuencias o castigos, pero los aceptará porque están convencidos de que lo recibido es por su propio bien, con el propósito de mejorar. El moldea el comportamiento de los promulgadores a través de reglas establecidas en la Misión.

Todos los “promulgadores” que no obedezcan al pie de la letra los deseos de sus líderes, no cumplan con las cuotas de dinero establecidas por la Misión e incumplan con la consigna de llevar prosélitos al grupo recibirán castigos humillantes. Hay un activismo desenfrenado y a través de los sacrificios el promulgador aprende a autocastigarse en busca de poder llegar al ideal impuesto; por ejemplo, se flagela, hace ayunos a pura agua, obligatorios, es pesado semanalmente en una báscula para evaluar si está o no haciendo los ayunos, tiene que llenar un formulario semanal o bisemanal reportando sus oraciones, tiempo dedicado a trabajos voluntarios para la Misión sin derecho a recompensa alguna, tipo de sacrificio y tiempo dedicado a tales sacrificios por el día, la noche y la madrugada. Uno de los castigos humillantes, impuestos por parte del 'Cuerpo Rector de la Misión' a los promulgadores, puede observarse en la foto a continuación:

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La intimidación y los castigos, técnicas de persuasión y control mental
Secta Destructiva 'Misión'
-página oficial en la web-


Last changed: 01/16/09

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