home homepage

Amenazado de muerte por el líder de la secta religiosa

    Por Eugenio Hopgood Dávila / ehopgood@elnuevodia.com

  • Francisco Varela, de 20 años, relata los castigos que impuso a seguidores del grupo en México.

Francisco Varela, que cuenta ahora con 20 años, también arrojó luz sobre la relación de La Misión con sus ramas internacionales, pues con apenas 18 años fue enviado a Chihuahua, México, como una especie de inquisidor, para supervisar y castigar a sacerdotes y seminaristas adeptos a La Misión de la Virgen del Pozo.

“Me dijo en tono amenazante: ‘Francisco, si te veo con mi familia, tú vas a dejar de existir” Francisco Varela / ex miembro de La Misión. Juan Angel Collado Pinto

Varela explicó que conoce a la familia de Collado Pinto desde niño porque se criaron en El Cortijo, en Bayamón.

En mayo de 2006 ya Varela había abandonado La Misión. “Me encontraba en Río Hondo Mall, suena mi celular y es el número de Juan”, cuenta el joven. “Él estaba molesto porque yo seguía visitando a la familia suya en Sabana Grande y, además, creía que yo era de los que estaba dando testimonios sobre La Misión a la Iglesia Católica”, agregó.

“Te voy a decir una cosa con todo el amor del mundo: ‘no te quiero en mi casa. Si te veo por mi casa, te voy a arrancar la cabeza’, me dijo. Me dice que si lo grababa no le importaba y entonces puse mi celular en ‘speakerphone’ y el amigo que estaba conmigo lo grabó”, sostuvo.

“Me dijo en tono amenazante: ‘Francisco, si te veo con mi familia, tú vas a dejar de existir’”, recordó el joven.

Esa noche, Varela acudió a un cuartel de Bayamón y luego al tribunal, donde citaron a Collado Pinto, quien compareció junto al licenciado Ramón León Junior, otro líder de la secta.

Esa misma noche, la del 17 de noviembre de 2006, la juez Ada Rosa Juarbe, determinó que se trató de un incidente de acecho y expidió la orden que le prohibía a Collado Pinto acercarse al joven. Varela explicó que La Misión, que tiene miembros en Perú, República Dominicana y Estados Unidos, tiene más arraigo en México, donde Collado Pinto ha conseguido que el obispo de El Parral, en el estado de Chihuahua, admita y ordene como sacerdotes a los promulgadores, cuya lealtad primera es con La Misión.

Varela fue enviado a El Parral con instrucciones de supervisar a unos 20 sacerdotes, seminaristas y unos hermanos adolescentes que habitan una casa de La Misión. Cuando el joven “inquisidor” reportó que encontró aparentes prácticas homosexuales, recibió instrucciones de Collado Pinto y otros líderes de imponer disciplina.

“Se les envió castigos y enseñanzas... clases de cómo hablar como hombres y caminar y proyectarse como hombres... ayunos, mortificaciones” , relató. Varela dijo que fue usado para victimizar a los mexicanos. Recordó que “a los que estaban sobrepeso, les impuse ayunos de semanas y cargar piedras enormes”. Estos castigos se le imponían también “a los que se mostraban afeminados”.

Un memorando enviado el 24 de abril de 2006 a Varela en Chihuahua por uno de los líderes locales le notificó que había sido nombrado “pérgamo” de El Parral, refiriéndose a la división de La Misión encargada de la disciplina. Se le encomendó asegurarse de que cumplieran el reglamento, especialmente los “jóvenes indefinidos y amanerados”.

“Impondrás reparaciones y penitencias en la comunidad en justicia y en presencia de todos, pedirás explicaciones por las faltas a todos los que están en la comunidad, les hablarás de lo que es ser un hombre definido y velarás por que no haya juegos de manos ni intimidades entre los miembros. Nadie se irá al baño junto a otro y nadie se desnudará en presencia de nadie”, dice el correo electrónico firmado por Humberto Mercader. Este último es uno de los líderes históricos de La Misión, quien le dijo a Varela que la orden era “una encomienda que se te confiará con el apoyo de nosotros, las columnas, y de Juan Ángel Collado”.

Tras comenzar a imponer sus lecciones y disciplinas, algunos sacerdotes y hermanos afectados “comenzaron a hablar de mí, y en Puerto Rico lo supieron”, recordó Varela. “A mí no me dijeron nada, pero me encomendaron darles más castigos, como obligarlos a rezar de rodillas con paños negros en la cabeza y con velones prendidos en las manos, que cuando se derrite la esperma te quema las manos. (Esto) frente al Santísimo, que es donde se custodia la Eucaristía. Toda una noche supervisando castigos, incluyendo darse 100 latigazos ellos mismos, y yo no sabía ni lo que habían hecho”, señaló.


Video:  Extracto de las amenazas que pudieron ser grabadas y copia de la orden de protección radicada.